La tecnología ha marcado la diferencia desde que el ser humano comenzó a caminar erguido. Ha permitido al hombre organizarse en sociedades sedentarias y convertido países en imperios. Ha derribado las barreras del espacio que ahora se mide en clics en lugar de en kilómetros, cambiando con ello la forma que tenemos de relacionarnos.

Pero la tecnología por sí misma no tiene valor. Debe tener una aplicación práctica, dar una respuesta a un problema y ser adoptada por una parte relevante de un entorno socio-cultural, para que suponga un cambio.

Google lo sabe. Sus productos y servicios parten de unas necesidades reales de las personas y se adaptan a su manera de usarlas. Tienen la capacidad, la imaginación y la intención de ser el motor del cambio.

Una de sus últimas apuestas son un claro ejemplo de lo que se llama el “Internet de las cosas”. Parten de un invento del siglo V a.C. al que le aplican toda su tecnología y lo colocan en nuestra cabeza. Se trata de las Google Glass. Muchas empresas y desarrolladores ya están empezando a explorar su potencial a pesar de no ser todavía un producto comercial.

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Entre sus muchas aplicaciones destaca las relacionadas con el campo de la salud.

Las Google Glass son innovación digital concentrada en 32 gramos de peso con un potencial enorme para los profesionales sanitarios. Imagina una operación en la que surge una complicación para la que el cirujano puede consultar a un colega especialista en la otra punta del mundo. Piensa en la experiencia de los futuros médicos que podrán ver las cirugías en primera persona a través de los ojos de profesionales destacados. Toda la información en tiempo real y sin usar las manos.

En España (sí, aquí también) la empresa Droiders se ha especializado en el desarrollo de Glassware (aplicaciones para Google Glass), entre ellas varias apps médicas. Gracias a una de éstas, el Doctor Pedro Guillén emitió en 2013 la primera operación quirúrgica con Google Glass desde la clínica Cemtro en Madrid para la universidad de Standford, EE.UU.

Google Glass es un claro ejemplo de innovación fruto de la aplicación de nuevas tecnologías a objetos cotidianos que hace años vimos en series como “Bola de Dragón” y que hoy, gracias a Google, es una realidad al alcance de todos.